La economía ortodoxa y el comercio internacional: una lenta conversión


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Los economistas ortodoxos insisten en defender el libre mercado en general y, en particular, la libertad de comercio entre países. Muy apegados a sus teorías y reacios a dejarse persuadir por los hechos, han necesitado una acumulación de evidencias para empezar a reconocer que el librecambio internacional puede resultar beneficioso para algunos, pero también, al mismo tiempo, perjudicial para otros.
Recurramos a dos ejemplos.
- Finlandia es un gran exportador de papel y madera aserrada. Se entiende bien que Dubai o los Países Bajos importen estos bienes de un país con abundantes bosques ya que, si ellos consiguieran producirlos en cantidad suficiente, sería con una productividad muy baja que les restaría recursos empleados con mayor provecho en otras actividades de su economía. Es decir, Dubai y los Países Bajos serían más pobres si se empeñaran en producir el papel y la madera que consumen.
- China es el mayor exportador mundial de ordenadores. Ahora bien, al revés de lo que sucede con Finlandia y su producción de madera y papel, no hay causas naturales por las que los ordenadores comprados en (por ejemplo) la Unión Europea no puedan ser eficientemente producidos en su territorio. Como sabemos, la única razón por la que China se ha especializado en la producción de numerosos bienes no tiene nada que ver con la productividad y sí con el hecho de que los salarios en China son bajos, fundamentalmente por estar políticamente reprimidos. Este hecho es el único que justifica la rentabilidad económica de la exportación, al compensar con creces el coste del transporte.
No parece posible negar que la exportación finlandesa de madera y papel es virtuosa, pues contribuye al bienestar general. Por el contrario, un análisis del impacto social de la mayoría de la exportación china de mercancías hacia países más desarrollados demuestra que esta no puede considerarse virtuosa en términos absolutos, ya que perjudica a la clase trabajadora y beneficia a la clase capitalista de ambos extremos del comercio, es decir, el país exportador y el importador. Adicionalmente, el impacto ambiental (contaminación y huella de carbono) del transporte a largas distancias constituye una externalidad flagrante, pues no se repercute sobre los agentes que deciden y operan la transacción, sino sobre la sociedad en su conjunto.
En el coloquio analizaremos la lenta evolución de la economía ortodoxa, desde la enceguecida negación de los inconvenientes del librecambio irrestricto hasta una todavía tímida y reluctante aceptación de los hechos, a despecho de las teorías ingenuas y falaces obstinadamente defendidas durante décadas.
Comentaremos obras como: Pop Internationalism (Paul Krugman, 1996), Teorías del comercio internacional (Anwar Shaikh, 2009), La paradoja de la globalización (Dani Rodrik, 2011) y The China Syndrome: Local Labor Market Effects of Import Competition in the United States (David H. Autor, David Dorn, Gordon H. Hanson, 2013)
IMAGEN: Puerto de Yangshan (Shanghai). Fuente: niusdiario.es

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